Noticias e información en castellano sobre Bruce Springsteen

Manchester

El segundo concierto en el Reino Unido, en Manchester, estuvo repleto de joyas y rarezas, como «The E Street Shuffle», «Atlantic City», «You Can Look», «Cadillac Ranch», «The Promise» (con Bruce al piano) y, sobre todo, la segunda versión de la gira de «Prove it All Night» con la introducción instrumental de la gira de 1978, estrenada en la gira actual en el concierto de Barcelona del 17 de mayo.

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Sunderland

El primer concierto en el Reino Unido se celebró en el estadio de Sunderland, con «Badlands» de arranque en un set repleto de rock, con «Youngstown», «Murder Inc.» y «Johnny 99», además del interesante duo de canciones de su primer álbum («Spirit in the Night» y «Does This Bus Stop at 82nd Street?) y otra memorable versión de «Point Blank». Los bises se inician por primera vez con «We Are Alive» y «Thunder Road».

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Montpellier

por Salva Trepat / Point Blank

Después del gran concierto celebrado en Madrid quedaba esperar qué sucedería cuando Springsteen subiera de nuevo a un escenario. Afortunadamente, el larguísimo concierto de Madrid (récord ya en su carrera, confirmado en su página web oficial) no hizo mella en la capacidad de resistencia del artista, y salió tan fresco como siempre, dispuesto a ofrecer lo mejor de sí mismo y a convencer. Y así lo hizo durante 3 horas.

Montpellier prometía. Cita constante para fans españoles (desde aquel lejano 1985, cuando la gira evitó España, y de nuevo en 1997 con un espléndido concierto acústico en el pequeño teatro de la Ópera), se hacía imposible evitar el viaje, a sólo 3 horas de Barcelona y en un pequeño pabellón para 14.000 personas estrenado unas semanas antes. Un recinto nuevo (y con olor a nuevo), impecable, cómodo, con parking libre a pocos metros y diminuto una vez dentro. Concierto íntimo, de proximidad, con la grada prácticamente pegada al lateral del escenario, un pit de dimensiones reducidas y con mucho espacio vacío, con la recuperación del miniescenario en la segunda barrera, y un escenario más pequeño y adaptado a las medidas del pabellón.

La sensación previa era similar a la vivida en la gira del 81: tamaños reducidos, emociones ampliadas. El primer impacto llega con «We Take Care of Our Own», ganando en la distancia corta, con sonido impecable, potente, alto, nítido, permitiendo apreciar cada instrumento con claridad. En el inicio Bruce presenta unas cuantas canciones de Wrecking Ball, con «Badlands» entre medio y Jack Clemons dando su primer solo de saxo triunfal. Se les ve enchufados, a pesar de que los franceses son más frios y reacios a la histeria colectiva y se van animando poco a poco. Con «Death to my Hometown» y «My City of Ruins» empiezan a calentarse tras un «Bonsoir Montpellier, comment allez-vous?» en un esforzado francés por parte de Bruce.

«Spirit in the Night» es la primera canción que pone en pie al pabellón y levanta el ánimo del público. Suena vital, fresca, vigorosa. Bruce recorre el escenario de punta a punta, salta, se lanza a la primera fila a cantar con el público y tensa el ambiente. Unos acordes familiares dan paso a la primera sorpresa de la noche: «Growin’ Up», por primera vez en la gira. Bruce habla de nuevo en francés, luego en inglés, y adereza la canción siguiendo la tradición de contar una de sus clásicas historias, en esta ocasión con guiño local incluido: «Y ahí estaba… intentando con ganas hablar francés… me dormí y tuve un sueño… una pelota corría desde aquí hacia allí… y le llamaron fútbol… y el Montpellier era el campeón de Francia!» (en referencia a la liga conseguida recientemente por el Montpellier). A la merecida ovación tras una versión impecable de una de sus canciones más antiguas, el silencio se apodera del recinto para «Jack of All Trades». Nadie se va al bar, nadie habla. Gran momento con una de las mejores canciones del nuevo disco.

Lo siguiente es un cuarteto de canciones incendiarias. La adrelanina sube con «Candy’s Room» (¡qué hiriente solo de guitarra!), y sin pausa enlaza con «Prove it All Night», a ritmo huracanado y con un espectacular solo final a cargo de Springsteen, recordando de nuevo el delirio eléctrico de las versiones de 1978-1981. Son momentos de tensión y emoción, y eso se transmite tanto al público como a la banda. Por primera vez vemos a Jake atacar el solo de «Prove it» como un torbellino, recordando los mejores momentos de su tío.

Sin tiempo a reponer fuerzas llega «She’s the One», y el concierto de dispara. Jake, de nuevo, borda el solo en el apogeo de la canción. Desde ahí no hay vuelta atrás, cada canción es una nueva dosis de energía que recibimos con placer. El duo entre Cindy y Bruce en «Shackled and Drawn» se ha convertido ya en uno de los momentos álgidos del show. La ampliadísima E Street Band se muestra impecable, sin fisuras, como un reloj. Bruce salta a la platea, recorre el pasillo lateral y se planta en el miniescenario situado en la segunda valla, en el centro de la pista. Allí canta el final del «Apollo Medley», se deja tocar y enciende al personal.

Una breve pausa da paso a «Point Blank», solicitada por varios carteles durante todo el concierto, y nos quedamos helados. Van Zandt puntea con clase y el latido del bajo de Garry Tallent marca el ritmo de la canción, mientras Roy maravilla con sus notas al piano. Es uno de esos momentos que quedan grabados en la memoria. El eco del recinto ayuda a amplificar el efecto y la voz de Bruce suena inmensa, profunda, sentida. El tono serio y austero del concierto continúa con «The River», de nuevo impecable y cantada con sentimiento. Versión mayúscula. Por momentos la sensación es la misma que en esos lejanos conciertos europeos de 1981: por el ambiente, la intimidad, las sensaciones, por esa combinación de rock desbocado alternado con sus baladas más sentidas, y el ocasional -pero medido- aderezo festivo para alegrar la noche («Waitin’ on a Sunny Day», «Shackled and Drawn», «Dancing in the Dark»…).

«The Rising» y «Out in the Street» (momento que una fan atrevida aprovecha para agarrar a Bruce y besarle en la boca durante unos cuantos segundos) levantan el ánimo antes de finalizar la parte principal con la mejor versión que hemos oido de «Land of Hope and Dreams», en su nueva versión, con unos vientos desbordantes en cada intervención. Sencillamente magistral.

Tras la despedida y vuelta al escenario, Bruce coge un cartel y lo muestra al público. Lleva escrito «Thunder Road» en un lado y «Fire» por el otro. Se decanta por esta última (estreno en la gira) y borda la versión. Bruce muestra su lado sexy, divertido y provocativo y el público responde con gritos y ovación final. La tanda de bises sigue sin sorpresas, pero la E Street Band va lanzada y el pabellón explota con «Born to Run», «Born in the U.S.A.» (será por el tamaño del pabellón, pero sonó más potente y atronadora que nunca, el bombo de Max nos hacía temblar), «Seven Nights to Rock», «Bobby Jean», «Dancing in the Dark» y «Tenth Avenue Freeze-Out». Springsteen se muestra pletórico, saltando constantemente a las primeras filas, usando un casco de obrero mientras se acerca a Roy y se pone a tocar el piano con la oreja izquierda, dejándose regar con profusión por Stevie y su esponja (también atabiado con un casco amarillo), en un final delirante.

Es la fuerza del mejor Springsteen, capaz de hacer enloquecer a 14.000 franceses (apáticos inicialmente) con un concierto estelar, majestuoso, emocionante y trepidante a la par, de los que no se olvidan. Es la tónica de una gira sorprendente y mágica. Y le queda cuerda para rato.

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Madrid

Y Springsteen la armó en Madrid
por Alfonso Adánez / Point Blank

Escribí hace unos días un artículo en MadridOn donde trataba de describir la relación existente entre Madrid y Springsteen, relación que califiqué de cordial, sin aspavientos exagerados, afable, sin más, y no exenta de de coincidencias que ya están anotadas en las estadísticas springsteenianas, como la de ser en el año 1988 el lugar de retorno del hijo pródigo tras aquel mítico show de Barcelona, así como aquella amarga cita, en donde Madrid tuvo por desgracia en noviembre de 2007 el extraño honor de ser la primera cita de la E Street Band en 35 años en el que un miembro de la banda, Danny Federici, tuvo que ser sustituido.


Sumaba otro hecho que se cumpliría en el propio concierto del pasado domingo como la de ser el lugar, Madrid, en el que se cumpliría el primer aniversario desde que se fue Clarence. No podía imaginar en ese juego de estadísticas que añadiriamos dos hitos más. Por una parte, el debut de un tema que cuenta con 35 años de historia entre bambalinas, la preciosa «Spanish Eyes», un descarte de Darkness on the edge of town, multipirateado a lo largo de los años, y añadida finalmente en el doble The Promise, publicado en 2009.

A este baile de fechas y datos se ha de sumar algo que aún me deja más alucinado; Madrid desde el pasado domingo ostenta el increible récord de contar con el concierto más largo jamás dado por el de Nueva Jersey, con 3 horas y 48 minutos sobre el escenario. Y es que decir eso de este artista y de sus músicos es mucho decir, porque desde que tengo uso de razón en todo lo concerniente al mundo de la Calle E, si hay que asociar a Springsteen con algo es con sus manifestaciones como artista de directo, y con descripciones del tipo ‘animal de escenario’, ‘carne de directo’, ‘máquina de rock’, y un largo etcétera. Esos y otros muchos calificativos alcanzaron su máxima expresión el pasado domingo con casi 4 horas de pura entrega y energia en el Santiago Bernabeu de Madrid.

Con un estadio practicamente abarrotado, y rozando ya la habitual media hora de retraso sobre el horario previsto, salió la banda tras una semana de descanso, una vez finalizado su periplo de tres conciertos en tierras italianas, conciertos que venian precedidos de un notable incremento en su minutaje de una manera escandalosa. A las poco más de tres horas de cada concierto hasta la fecha, Milán con 3 horas y 40 minutos supuso un serio toque de atención de lo que podría ocurrir en Madrid y, quien sabe, si a partir de ahora en cualquier cita europea.

No haré una radiografia pormenorizada tema por tema de lo que pudimos ver el pasado domingo, pero junto a la extraordinaria defensa de los temas del Wrecking Ball, como el tema que abre el disco «We Take Care of our Own», la propia «Wrecking Ball», y «Death to my Hometown», el concierto arrancó con la habitual furia de «Badlands» y «No Surrender», con una banda muy enchufada en donde quizá el propio Bruce era el que menos estaba de refresco, situación que solventó según avanzó la noche.

Para mi la noche del domingo lejos de analizar la extraordinaria demostración de fuerza de estos veteranos que superan los 60 años de edad y en lo que poco o nada deben demostrar ya al personal, radica en dos momentos. Por una parte el debut en directo de un tema del mítico periodo 1976-78, años en los que se fraguaron los temas de Darkness on the Edge of Town y en donde el cerebro de Springsteen era una fábrica de creatividad a pleno rendimiento.

«Spanish Eyes», todo un guiño al público de España tal y como señaló Bruce, en especial al femenino, una intrepretación impecable que en mi vida podría imaginar sonase en un megaestadio como el Bernabeu, ¡una outtake del Darkness en un gran estadio! Da lo mismo, el asunto era cerrar los ojos y recordar esa magia que se esconde detrás de todas y cada una de las notas que Springsteen parió en aquella época dorada. Durante algunos soundchecks días atrás la fue modelando y cogiendo confianza en el tema para finalmente en Madrid regalárnosla (y hablando de soundchecks, también pudimos escuchar por la tarde en Madrid otra perla de la época, quien sabe para qué momento, «One Way Street» junto a un «Havin’ a Party» que bien pudiera haber sustituido a un «Twist and Shout» más evidente).

El segundo de los momentos entronca directamente con el circulo de «Spanish Eyes». «Talk To Me», otro descarte de Darkness cedida a Southside Johnny en su album Hearts of Stone de 1978 (bajo la producción del formidable Miami Steve Van Zandt), sonó en Madrid, pero nada más y nada menos que con los tres protagonistas: Bruce, Steve y Southside Johnny, quien estaba de vacaciones en España y no quiso perder la oportunidad de saber qué se siente cantando ante casi 60.000 almas. Por un momento Madrid se convirtió en cualquier club del Jersey Shore a mitad de los 70. Por mi cabeza se pasaron momentos históricos y míticos como el concierto en el Agora de Cleveland en el 78, o el fabuloso concierto de fin de año de 1977, que juntó a Soutshide Johnny y sus Asbury Jukes y a la E Street Band creó un momento irrepetible. Nunca antes en Europa se había podido ver a la Santísima Trinidad del Jersey Shore, Springsteen, Southside y Van Zandt, tocando juntos, y tocando un tema tan especial como «Talk To Me», donde se notó que se lo estaban pasando en grande.

Otro de los momentos más especiales de la noche llegó con la interpretación de «Spirit in the Night», revitalizada con esa nueva intro, que mezcla la rabia Soul Stax de los de Nueva Jersey con una ejecución impecable, «Spirit» suena más a 1973 que nunca. A ésta le acompañó otra rareza, «Be True», originalmente cara B del single de vinilo «SHerry Darling» en 1981, que culminó con un impecable solo de Eddie Manion, ese gran miembro de los Jukes de Southside Johnny.

La noche dio mucho más de si, con temas tan potentes como «She’s the one», un corte que se supera noche tras noche; «Youngstown», con ese solo pétreo y eterno de Nils, una «Murder Incorporated» grasienta y de guitarras afiladas y enérgicas, asi como una rara aparición de «My Love Will not let you Down» a todo trapo. Otro regalo más en la larga noche madrileña fue «Because the Night», con solo final de Little Steven, cada vez más participativo e involucrado en la gira. Madrid volvió a ver la recuperación en el repertorio del «Apollo Medley», la oda soul y homenaje a sus raíces por parte de la E Street Band.

Una nota emotiva en la noche fue cuando sonó «The River» y Springsteen dedicó el tema a un malogrado fan, Nacho, que lamentablemente no pudo asistir a su primer concierto de Springsteen al haber fallecido victima del cáncer. Las redes sociales y el tesón de unos padres, unidos a la sensibilidad del artista, hicieron el resto.

La tralla final del concierto que hizo que se pulverizasen marcadores y resistencias físicas estaba por llegar. «Rocky Ground», «Born in the U.S.A.», «Born to Run», «Hungry Heart», «Seven Nights to Rock», «Dancing in The Dark», «Tenth Avenue Freeze-Out» y la guinda del pastel, con «Twist and Shout», acabaron por dejar a más de uno con cara de incrédulo. Cuando acabó el concierto recorrí muchas zonas del pit, del cesped, miré a las gradas, y noté una extraña sensación, mucha gente caminaba sin rumbo dentro del estadio, arremolinados, como no dando crédito a lo que habían visto y oido, tanto por su intensidad, entrega y energia como por duración del mismo.

Pronto saltaron las alarmas, como teletipos en época de guerra, que hablaban de una nueva gesta. Springsteen había pulverizado su propio récord alcanzado allá por la noche vieja de 1980 en la ciudad de Nueva York. Madrid se convertia en el lugar donde, hasta la fecha, más ha durado un concierto de la E Street Band, con 3 horas y 48 minutos sin apenas descanso alguno. Madrid, nuevamente, como testigo silente de hechos importantes en la cronologia del artista, Hechos construidos a base de acordes de rock, de mucha honestidad, de entrega y sobre todo de actitud. Sólo así se consigue dar un concierto de casi cuatro horas de rock and roll.

Fotos: Jordi Aguilera (2,3,4) / Point Blank (1)

Listado completo de canciones del concierto/See complete set list

El elefante nunca olvida

El 17 de mayo de 2012, en el Estadio Olímpico, se produjo un hecho histórico: Bruce Springsteen interpretó de nuevo la versión de «Prove it All Night» que hacía durante la gira de 1978, año de edición del álbum Darkness on the Edge of Town. Se trataba de una versión especial, de diez minutos de duración (y hasta 15 minutos durante la gira del 78), precedida de una introducción al piano de Roy Bittan, en un in crescendo constante, durante la cual Springsteen lanzaba un furioso solo de guitarra que culminaba en el inicio de la canción de forma apoteósica. Toda la furia y la rabia de esa gira se concentraba en unos minutos explosivos.

Quizá para muchos fans sea un detalle insignificante o sencillamente desconocido, pero para el grueso de fans veteranos y/o coleccionistas de grabaciones del artista, esa versión está considerada como una de las grandes joyas de su carrera sobre los escenarios. Un mito imposible e inalcanzable para quien no estuviera en 1978 en Estados Unidos en uno de esos conciertos ya legendarios (o en las dos únicas ocasiones, en Los Ángeles en 1980 durante la gira de The River, en que repitió la proeza).

Lógicamente, la versión ha sido fruto de constantes peticiones por parte de los fans para que volviera a tocarla. Peticiones que caían siempre en saco roto: Springsteen se negaba y replicaba a las peticiones, tanto en conciertos como durante entrevistas: «Así que eres uno de esos de la intro de piano del ’78… hay clones vuestros por todo Estados Unidos». También, riendo, afirmaba: «Si quieres oirla de nuevo… probablemente no ocurra nunca, amigo. Pero fue bonito mientras duró».

El 17 de mayo, 4 fans portugueses repletos de ilusión, siguieron en su empeño de oir esa versión de nuevo, y se dedicaron a fabricar un cartel de gran tamaño, negro, con letras rojas: «Para el concierto de Barcelona nos vino a la memoria esa intro del 78 de Prove it All Night. Para nosotros esa introducción es incluso más bella que la canción, y no la ha tocado en 32 años, porqué quizá la ha olvidado o nadie le pregunta ya».


Así que Hugo Sá, Casimiro Jones, Moreira Paulo y Pedro Ferreira se pusieron manos a la obra:

«Hicimos el cartel en plástico negro y escribimos las letras mucho más grandes «Con Intro 78» y debajo escribimos «Prove It All Night», para que no hubiera duda de que lo que queríamos era el preludio. Pusimos el cartel a la vista desde el inicio. Bruce lo vio mientras paseaba por el escenario de un lado a otro. Apenas lo vió, inmediatamente señaló el cartel y empezó a hablar con Steve. Pero a continuación cantó «Talk To Me». Dejamos el cartel en el suelo, ya sin esperanza. Pero resulta que 11 canciones después se confirmó que Bruce había visto el cartel, y comienzan los primeros acordes de la intro del 78. Nos pusimos a gritar y celebrar el acontecimiento».

Y así fue como, 32 años después, Springsteen recuperó esa mítica versión de una de sus mejores canciones, sin ensayos ni aviso previo. «For Barcelona… for this man, over here…».

Foto: Hugo Sá

Vídeos: versiones de la canción en y 1978 (la original, en Passaic, Nueva Jersey) y 2012 (Barcelona)