El primer concierto en el pabellón Bercy de Paris se vio marcado por el insoportable calor que el público, y músicos, tuvieron que aguantar. El sistema eléctrico de Bercy falló y hubo hasta 3 apagones durante el día (el último a las 19:30, cuando ya estábamos dentro del recinto esperando el inicio del concierto). Como consecuencia, el sistema de ventilación existente (pues el pabellón no tiene aire acondicionado) quedó desconectado, convirtiendo la sala en una verdadera sauna a 30 grados.
La segunda consecuencia fue que el calor agobiante hizo mella en todos los presentes. A pesar de eso, Springsteen dio un concierto largo, con algunas joyas, pero por debajo de lo que es habitual en él, sin esa garra tan presente en los conciertos de esta gira, dejando un regusto agridulce en una noche para la que había quizá demasiadas expectativas tras tantos y tantos conciertos memorables. Todo esto dicho desde la perspectiva de quienes siguen la gira y analizan cada concierto, pues queda claro que para quien fuera su único concierto de Springsteen este año quedó seguramente sorprendido por la duración del mismo (3 horas y 20 minutos, a pesar del calor), la eficiencia y calidad de las nuevas canciones, y el poder disfrutar de momentos exquisitos como fueron la trilogía formada por «Spirit in the Night», «The E Street Shuffle» (magistral) y una estupenda versión de «Sandy» con motivo de la celebración del 4 de julio, más la posterior versión al piano de «Independence Day», maravillosa y única, todo un lujo (ver vídeo oficial).
Incluso en una noche irregular y extraña, con mucha presencia de Patti Scialfa y muy poca, casi inexistente, de Steve Van Zandt, Springsteen salió airoso y elevó, aún más, la temperatura de Bercy, además de ofrecer esas joyas únicas que, noche a noche, va entregando.