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High Hopes, contundente y contagiosa

por Julio Valdeón Blanco. New York.

Como es habitual, los rumores vuelan colina abajo. Springsteen filtra nueva canción y todo dios se rasca la cabecita. ¿Single del nuevo disco, dice usted? ¿Pero, oiga, «High hopes» no es una versión, de un original de Tim Scott y The Havalinas, publicado en 1987, y el propio Bruce ya la grabó para el reencuentro con la E Street Band en aquel Blood brothers del 96? ¿Y esto surge apenas unas semanas después de presentar una nueva versión de «Dream baby dream», el temazo de Suicide con el que noqueaba durante los compases últimos de los conciertos de Devils and dust, en 2005?

Si rastreas internet, los foros hierven. Nada nuevo, apenas han transcurrido cinco minutos desde la filtración y la gente ya masacra un disco que no ha escuchado mientras las apuestas se multiplican. Una de las más jugosas e improbables: que «High hopes» anticipa la ansiada Tracks II y que a finales de enero saldrá disco nuevo con canciones originales. Otra, que sólo un hay disco, para enero, de versiones y canciones propias. E incluso hay quien sostiene que hablamos de dos lanzamientos, uno de con temas ajenos, y ahí entran «High hopes» y quizá «Dream baby dream», y otro de originales, acaso la continuación del proyecto que en 2011 tenía a medio rematar junto al productor Ron Aniello cuando se le cruzó «Easy money» y lo abandonó para dar forma a lo que finalmente fue Wrecking ball.

Mi consejo, tratándose de Springsteen, es no anticipar nada. De hecho intuyo que ese es el mantra entre sus empleados. No hagas planes. No a medio o largo plazo. Tampoco a corto. Siempre cabe la posibilidad de que una cinta de maquetas por la que casi nadie apostaba termine siendo uno de sus discos más influyentes. O que decida acometer la continuación de Tracks, escuche lo que registró junto a unos semi desconocidos hace diez años y, en un par de semanas, cocine un homenaje a Pete Seeger. O que los entendidos juren que el directo en Londres de 1975 fue un fiasco y treinta años después Thom Zimny lo restaure y te encuentres con un concierto avasallador. Etc.

Así pues, concéntrate en lo que hay. O sea. En la evidencia de que Bruce sigue apostando por ese sonido gélido y digital que él, y otros muchos, asocian con lo contemporáneo y que a mi nunca ha terminado de enamorarme. A pesar de todo la nueva «High hopes» tiene buena pinta. Ayuda la interpretación vocal, contundente, segura, contagiosa, así como los cortantes arreglos de viento y unos coros de filiación góspel. Ya, sí, que la canción la conocemos desde 1996, aunque fuera en una versión distinta. ¿Y? Si el resto del disco mantiene el pulso este será un viaje atractivo. Con Springsteen al volante uno siempre tiene la certeza que todo es posible, incluso, quién sabe, acabar de nuevo en la tierra prometida, en compañía de melodías tan exultantes como las de Magic o de textos noir tan brillantes como los que armó para Devils & Dust. Yo, sabiendo cómo se las gasta, compraré mi billete. Como decía el otro día Carlos Boyero hablando de Woody Allen, todavía nos debe una obra maestra. Otra más. Quien sabe si la del de Nueva Jersey no llegará en enero.

2007promoe