Bruce Springsteen finalizó el sábado su triunfal gira por Australia, un país que ha visitado en tres ocasiones desde 2013 (después de los diez años anteriores de ausencia) y donde ha ofrecido grandes actuaciones.
La recta final de la actual gira, bautizada como «Summer Tour 2017» y sin ninguna referencia ya a The River, incluyó un concierto al aire libre en Macedon, cerca de Melbourne, en una gigantesca esplanada delante del monte Hanging Rock. Fue un concierto típico de estadios, con muchos éxitos y un repertorio más orientado al público masivo, aunque hubo guiños a los seguidores más acérrimos, con versiones de «Growin’ Up» y «Blinded by the light», o «Jungleland» en los bises.
En Brisbane volvió al pabellón más pequeño de la gira (11.000 personas) y ofreció los dos mejores conciertos en tierras australianas. En particular la primera noche se saldó con una actuación fenomenal, con el mejor Springsteen: ese que sale encendido, se presta a la espontaneidad y se muestra más comunicativo que nunca, pletórico de fuerzas e interpretando con velocidad cada tema como si le fuera el pellejo. Tras la memorable «New York City Serenade» (piel de gallina cada noche) llegaron impetuosas versiones de «Lucky Town», «Janey Don’t You Lose Heart», «Rendezvous y «Be True» (Bruce lo calificó de «triple especial por San Valentín»). Tras una pausa empezó una larga versión de «Back in Your Arms» repleta de errores. Bruce paró la canción, la reinició y se olvidó de parte de la letra pero salió airoso del envite culminando el tema con gran fuerza.
Los errores y los despistes continuaron en otras canciones, la mayoría imprevistas. Pero eso no quitó brillo al concierto sino lo contrario: el show estaba vivo y Bruce improvisaba, bromeando con el público, tocando con más fuerza y velocidad de lo habitual, disfrutando el momento. Y llegaron «Better Days», «Leap of Faith» (joyas casi olvidadas de Lucky Town) y más adelante una tripleta hiperlectrificada y acelerada con «Candy’s Room», «Because the Night» y «She’s the One».
Por entonces Bruce iba desbocado, y tras «Badlands», supuesto final del concierto, empalmó con «Rosalita» a un ritmo endiablado que subió la temperatura del pabellón, con un público ya rendido. Tras una hermosa «Secret Garden» abriendo los bises, el ritmo acelerado continuó en todas las canciones, hasta el «Bobby Jean» final. Una de esas noches en que, sin saber porqué, Springsteen parece rejuvenecer y recupera un nivel sorprendente de energía, como ya pocas veces se ve.
El listón estaba tan alto que era casi evidente que la siguiente noche no lo superaría, como así fue. El segundo concierto en Brisbane fue excelente, pero sin la chispa de la noche anterior (difícil recuperar ese nivel con 67 años y tantos conciertos a sus espaldas). Incluso así sorprendió con un puñado de temas imprevistos, como «Working on a Dream», «Roll of the Dice», «Jole Blon» o una preciosa «Long Time Comin'». Para «Growin’ Up» hizo subir a un fan al escenario para tocar la guitarra y cantar. Un momento mágico. Las fuerzas parecieron disminuir a continuación y Bruce bajó el ritmo y volvió al repertorio más conocido, aunque aún atendió otra petición del público («Fire») y sorprendió con «Follow That Dream».
La gira finalizó con otro concierto al aire libre, esta vez en Hunter Valley (cerca de Sydney), también castigado con la lluvia y un intenso calor. Bruce abrió fuego con «Who’ll Stop the Rain?» y entre las sorpresas de esa noche están las poco habituales «I Fought the Law», «Jole Blon» y «None But the Brave».
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