Que la longitud de un concierto no deja de ser una anécdota se demostró ayer en Atlanta, donde Springsteen toco menos de 3 horas, pero ofreció un concierto pletórico y repleto de canciones extraordinarias.
De entrada eliminó gran parte de los estandartes habituales de sus conciertos (como «Hungry Heart», «Waitin’ On A Sunny Day» o «Darlington County»), para centrarse en un puñado de canciones de sus últimos dos discos (hasta 7 canciones) y un saco de canciones de The River («hoy me siento con ganas de The River«, dijo ya de entrada), entre ellas los estrenos de «Independence Day» (que interpretó al piano) y «Drive All Night», además de «Jackson Cage», «Ramrod», «Point Blank», «The Ties That Bind» y «Cadillac Ranch».
Por si fuera poco, como complemento al alto voltaje que caracterizó la noche llegaron «Clampdown» de los Clash (abriendo el concierto), «Adam Raised a Cain», «She’s the One», «Trapped», «Seeds», «Tougher Than The Rest» y, ya en los bises y como cierre, la versión del «Highway to Hell» de AC/DC.
Un setlist contundente en sonido y en significado, dos horas y tres cuartos de tocar el cielo.