«Guijón, guijón» gritaba Bruce encendiendo al público con su particular pronunciación. En realidad, no hacía falta. El público vino «encencido» de casa en el único concierto en España este año. Bruce salió al escenario, lanzó «My Love Will Not Let You Down» y el público rugió. «Out in the Street» acabó de rematar la faena. Y llevaba sólo dos canciones. El resto del concierto fue de absoluta entrega. Gijón se rindió a los pies de Bruce y éste ofreció un repertorio ancho en variedad y extenso en minutaje (tres horas y media), eligiendo canciones de todas las épocas y aceptando numerosas peticiones via los cientos de carteles que el personal mostraba cada vez que Bruce se acercaba al césped.
Así llegaron «Better Days», «Ain’t Good Enough For You» (absolutamente celebrada) y una sorprendente «Travelin’ Band», de Creedence Clearwater Revival, un rock trepidante que tocaba por primera vez en esta gira 2012-2013. «Jack of All Trades» y «The River» trajeron el sentimiento en tiempos de crisis, temática ampliamente comentada por Bruce, tanto en sus introducciones habladas en castellano como en el contenido de las canciones que escogió específicamente para la ocasión. Más tiempos duros: «Atlantic City» y «Death to My Hometown» ponían el dedo en la llaga.
Y luego la fiesta. Masiva, sin contemplaciones, absolutamente delirante en temas como «Rosalita» y «Darlington County», para pasar luego al rock más eléctrico de la mano de «Because the Night» (donde Nils Lofgren se mostró sublime tanto en la larga introducción como en el explosivo solo final), para enlazar con un peso pesado como «She’s the One», portentosa como siempre, con el contrapunto fantástico de Stevie tanto en los coros como en los acertados licks de guitarra, siempre en el momento adecuado.
Más adelante se permitió romper el guión habitual de la segunda parte del concierto (esa que va desde «Shackled and Drawn» hasta el final), con una joya impensable en un estadio: «Drive All Night», una exquisitez que prácticamente no toca nunca, interpretada de forma magistral tanto a nivel vocal como por el trabajo de Jake Clemons al saxo. Un momento inconmensurable. Nuevo paseo por la primera fila y otra pieza fuera de guión, «Radio Nowhere» como primer bis, con el poderoso Max dejándose los callos en cada redoble. También «Seven Nights To Rock» fue de regalo ante la excitación de un público que pedía más, que saltó con «Dancing in the Dark» y «Twist and Shout». Querían más, y llegó «Shout», clásico de los Isley Brothers que Bruce bordó, ofreciendo su cara musical más negra. Si no llega a cerrar la velada con una versión acústica de «Thunder Road» (extraordinaria), aquello no acaba nunca. Hasta acabar las fuerzas.
Salvador Trepat