El sábado tocaba el turno al álbum Born in the USA, el disco más famoso y de más éxito de Bruce Springsteen, el que le llevó al estrellato y a tocar en gigantescos estadios como el Giants. Y el público estaba preparado para la fiesta que se avecinaba. La juventud de buena parte del público y la ingesta masiva de alcohol parecían predecir lo que acontecería, una noche de rock, algunos empujones y muchos, muchísimos éxitos. Un concierto, en cierto modo, bastante decepcionante después de la mágica actuación del viernes.
Springsteen se centró en el rock de estadios, coreable y festivo, desde el inicio, con «Out in the Street» y «Hungry Heart» (sensacional versión con un impecable solo de Clarence y un impresionante paseo por el pit, donde fue transportado por el público desde la segunda barrera hasta el escenario -ver vídeo-). Minutos después, y según lo previsto, Springsteen y la E Street Band tocaron el álbum Born in the USA de cabo a rabo. Genial para los admiradores del disco más comercial de su carrera, y un auténtico suplicio para quienes lo consideran uno de los puntos más bajos de su discografía.
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Curiosamente, al acabar el disco no sonó «Waitin’ on A Sunny Day» como en los días anteriores (un contraste enorme tras oir discos como Born to Run o Darkness al completo) y que en cambio sí hubiera encajado tras las canciones de Born in the USA (para que no sufran los admiradores de tan alegre tonadilla, Springsteen la tocó inesperadamente al final del concierto). Hasta aquí el concierto se basó en lo previsible, sin demasiada fuerza interpretativa, hasta llegar a dos canciones de su excelente Magic: «Long Walk Home» y «Last to Die», tocadas con fuerza, sentimiento y unos duos memorables con Steve Van Zandt.
El trompetista Curt Ramm subió al escenario en diversas ocasiones, desde la apertura con «Wrecking Ball», la canción dedicada a la demolición del estadio, hasta «Last to Die» (haciendo duo melódico con el violín) y una excelsa «Kitty’s Back» que fue la cumbre del concierto y de la tanda de bises, los cuales incluyeron también «Jersey Girl» (a petición del público), un potente «Detroit Medley», «American Land» y el cierre final con «Thunder Road». Una noche de contrastes y sensaciones agridulces, la versión más festiva y popular del artista aunque, todo sea dicho, no la más representativa de casi cuarenta años de carrera ni la ideal para mostrar toda la calidad de su arte.