Concierto en Antwerp

Tras los sensacionales conciertos en Amsterdam y Hamburgo, parecía difícil superar el listón. Pero la noche del lunes en Antwerp, Bélgica, Springsteen y la E Street Band dieron uno de los mejores conciertos de la gira, comparable a los mejores de la gira americana, como Milwaukee, Tampa o Indianapolis. La escasa venta de entradas para el concierto en un estadio de Bruselas forzó hace semanas el cambio de recinto, y el concierto se trasladó al pabellón de deportes de Antwerp, con capacidad para 17.000 personas.

Algo que, sin duda, ayudó a la magnitud del evento, al ambiente general, a la sensación (indispensable) de proximidad que, salvo los que pueden acceder a la zona «pit», nunca se consigue en un estadio, edificio por otro lado pensado para grandes eventos deportivos, no para conciertos.

Al sonido del redoble de batería de Max, aparece Springsteen en el escenario y tras caldear el ambiente con el ya clásico grito «are you alive?», empieza una frenética versión de «So Young and In Love» que marcó el ritmo para el resto de la noche. Pura energia, pura magia. «Radio Nowhere» y una fantástica «The Ties That Bind», sonaron a continuación. La noche no decayó en ningún momento, la electricidad fluyó a raudales de las guitarras de la E Street Band. Tomen nota: excepto las canciones de Magic, y «The Rising» y «Mary’s Place», todas las canciones procedían de los años 70, la época más gloriosa y prolífica del artista. Sólo sonó, apropiadamente en la tanda de bises, una canción de los 80: «Glory Days». Bruce revisó toda su carrera, desde su primer disco, con una rítmica y emocionante «Spirit in the Night» (que nos recordó, y mucho, a la versión del DVD Hammersmith’75), a temas de distintas etapas, como una contundente «Trapped», con un juego de luces azules sobre su cabeza que nos trasladaba directamente a la gira The River, o la siempre emocionante «Sandy», de su segundo disco, cantada aquí en homenaje a Danny Federici.

Lo que vino a continuación fue un auténtico tour-de-force entre Springsteen y Van Zandt. «Prove it All Night», en versión desbocada, con ambos músicos retándose en un duelo inusual de guitarras, un «call and response» incendiario como no se veía desde hace tiempo. Acabada la canción, Springsteen recoge un cartel de las primeras filas: «Steve Forever», y Steven se parte de risa. Inmediatamente Bruce anuncia «vamos a tocar algo que no hemos tocado en mucho tiempo» y pide a las cámaras y los focos que se centren en un cartel gigante colgado detrás de Max. El cartel see lee con claridad: «Thundercrack». Y por primera vez en Europa suena esta alocada canción de diez minutos de maravillosa música que Springsteen compusiera en 1973 y que por entonces solía ser la canción estrella que ponía punto final a los conciertos. A Bruce se le ve feliz, entusiasmado, disfrutando con cada nota de cada canción, y en especial con esta joya. Le sigue la habitual explosión de rock con «Because the Night», y seguro que no hace falta comentar que Nils, como cada noche, estuvo descomunal en el solo de guitarra.

Llegados a este punto ya no quedan adjetivos para este concierto. La energía es desbordante, el repertorio impecable, el público canta y vibra con emoción, y Bruce continúa el impacto con «She’s the One». Infalible.

Tras una potente «Mary’s Place» (incluso esta canción suena redonda cuando la E Street Band está al 101 %), Bruce coge la fregona y se pone a limpiar el suelo que antes ha dejado empapado de agua. Agua que reparte a golpe de esponja durante toda la noche, e incluso llevando vasos de agua a la gente de la primera fila, soportando el intenso calor de la noche, y del pabellón.

«Ayer estaba en una plaza y me encontré a dos chicas que me pidieron esta canción», dice antes de iniciar «Fire», otro clásico de 1977, la canción que escribió para Elvis (y que éste nunca llegó a escuchar), y que canta a duo con Clarence Clemons. Una breve pausa y el piano de Roy da inicio a «Point Blank», escrita en 1978 e incluida en el formidable The River, en una versión perfecta. Se escucha cada nota del piano, cada nota que late como un corazón del bajo del inmenso Garry Tallent. Son minutos de escalofrío, que el público disfruta en un silencio absoluto, solo roto por la ovación final. Llevamos casi dos horas de concierto y hemos oido 3 canciones de Magic, y «Mary’s Place». Para el resto, seguimos con este particular viaje al pasado. Seguimos en 1978 (en esos conciertos tocaba, seguidas: Fire/Because the Night/Point Blank/She’s the One. Ya las hemos oido todas en este concierto).

La recta final sigue el guión de la gira: con «The Rising» (especialmente intensa), «Last to Die» («ya hemos dejado de contar a los muertos», canta Bruce en este tema antibelicista), «Long Walk Home» y el himno que es «Badlands», cerrando el concierto.

Para los bises, nueva sorpresa: «I’m a Rocker». Arrasadora e idéntica a la versión original. Le siguen, sin descanso, «Born to Run» y «Thunder Road», más acelerada que las versiones que suele hacer en la gira, y sin un segundo de freno, la empalma con «Glory Days» (durante la cual muestra otro cartel dedicado a Steven: «The Bada Bing Team is Here») y «American Land», cerrando, ahora sí, un concierto memorable, que costará olvidar.

Carteles pidiendo canciones vistos en este concierto: Thundercrack, Rave On, Pretty Flamingo, Sandy, Rosie, Brothers Under the Bridges’83, Incident, Rickie Wants a Man of Her Own, Detroit Medley, Little Queenie, Viva Las Vegas, Murder Inc, Loose Ends, Lost in the Flood, Sweet Little Sixteen y Blinded By The Light.

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fotos: copyright 2008 Rene Van Diemen