El regreso de la gira a pabellones deportivos empezó anoche en Filadelfia, con el primero de cuatro conciertos en el viejo Spectrum, otro recinto a punto de ser demolido tras varios retrasos.
«La última vez que estuvimos aquí pensaba que cerrábamos el local. Ahora hemos vuelto y aún no lo cerramos. El Spectrum es eterno» (Pearl Jam darán los dos últimos conciertos ahí a finales de este mes). El concierto empezó con una canción de 1973, «Seaside Bar Song» (de la caja Tracks, procedente de las sesiones del álbum The Wild, The Innocent…), en homenaje a un recinto, y una ciudad, donde Springsteen ha tocado desde el inicio de su carrera discográfica precisamente en 1973. «Wrecking Ball» sonó después, apropiada también para un recinto a punto de desaparecer.
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El trompetista Curt Ramm, ya fijo en la gira, aumenta su aportación cada día que pasa, y ayer tocó en siete canciones. El concierto de ayer estuvo muy centrado en la etapa clásica del artista, con 20 de sus 28 canciones escritas hace más de 25 años. Tras interpretar el álbum Born to Run entero, llegaron las peticiones del público (tras una versión de «Waitin’ on a Sunny Day» donde el lanzamiento de guitarra acabó impactando en la cara del técnico Kevin Buell). Y la primera petición atendida fue la excelente «Little Bit of Soul» de Music Explosion, estreno en la gira y primera versión conocida de Springsteen. Le siguió un clásico de los conciertos en Filadelfia, «The Fever» (ya interpretada en este mismo recinto en abril), seguida de «Because the Night» y una recta final de concierto imparable, con las ya fijas «Last to Die» y «Long Walk Home» junto a «The Rising», «Badlands y «No Surrender».
La vuelta al escenario se inició con «This Hard Land» y se cerró con «Rosalita», otro clásico escrito en 1973. Esta noche, en el segundo de cuatro conciertos en el Spectrum, Springsteen interpretará al completo el álbum Darkness on the edge of town.
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